lunes, 17 de noviembre de 2008

RELACIÓN ENTRE MOVIMIENTO CORPORAL Y EMOCIÓN: UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA (2ª parte), Irene Rossberg Gempton y Gary D.Poole


4) DANZA TERAPIA Y PSICOANÁLISIS.

Aunque ya en los años 30 dentro del psicoanálisis existieron algunos intentos para incluir la postura como un elemento a tener en cuenta a la hora de evaluar las actitudes y emociones de los pacientes – no olvidemos que Sigmund Freud consideraba el movimiento como una válvula de escape de tensiones psíquicas-, no fue hasta los años 40 cuando se empezaron a incluir los aspectos corporales como información válida para la terapia. Así, Reich y Lowen afirmaron que las pautas posturales reflejaban la personalidad total de individuo y que dichas pautas podían entenderse como un reflejo o resultado final de las presiones de un determinado ambiente, por lo que podrían resultar útiles para el trabajo terapéutico.

Como hemos señalado, fue Reich quien, en primer lugar, amplió la tipología de Freud sobre el carácter incidiendo en el hecho de que existía una relación entre formación de la personalidad y postura.

Lowen, siguiendo la estela de Reich, incidió aún más en este aspecto, atreviéndose a asignar una serie de posturas particulares a una tipología concreta de personalidades, destacando a nivel práctico su trabajo con pacientes neuróticos, incorporando a la terapia psicoanalítica convencional, tratamientos corporales para trabajar la rigidez muscular asociada a estas patologías.

Tanto Lowen como sus discípul@s –entre las que destaca Espenak-, entendían que el movimiento en general y la danza en particular eran formas básicas de expresión del yo, por lo que a través de estos mecanismos podía reforzarse el sentido del self.

Ya en los años 70, Espenak llegó a la conclusión de que favoreciendo el conocimiento del cuerpo a través de la percepción de las propias pautas de movimiento, incrementamos tanto el autoconocimiento como el desarrollo de la conciencia de nuestro modo de relacionarnos con el ambiente, pudiendo concluir así que a cada cambio postural le acompañaría un cambio en la percepción de nosotros mismos.

Espenak –una de las pioneras de la DMT-, entendía el proceso anteriormente descrito como una catarsis (si en las conclusiones del texto se habla de la necesidad de contar con un desarrollo teórico mayor, la DMT puede entroncar con la historia del teatro a través de la Poética de Aristóteles), ya que si alguien era capaz de tomar conciencia de cualquier posible rigidez muscular, podía liberar dicha tensión y en consecuencia liberar también los impulsos emocionales que produjeron la rigidez

Años más tarde, Espenak guió su investigación hacia el modo en el que la danza había servido como soporte para la sanación y, por tanto, para el desbloqueo emocional , a lo largo de la historia y en diferentes culturas, ya fuese en el ámbito religioso o como práctica social de carácter tribal.

A partir del trabajo realizado por Espenak y llegando también al ámbito de la psicología general se ha asumido que el cuerpo (o más bien la parte física del mismo) puede verse afectado por cualquier tipo de alteración psíquica, sea ésta consciente o inconsciente.

La danzaterapia reconocería de este modo la importancia de un enfoque integral en el que se tuvieran en cuenta tanto las dinámicas físicas como las emocionales y mentales a la hora de abordar cualquier tipo de trastorno de la personalidad.

La conceptualización, por tanto, de la danzaterapia se forjó alrededor de la teoría de Adler por la cual las emociones motivan, la mente organiza y el cuerpo ejecuta la acción. De este modo, y siguiendo la psicología de Adler, la danzaterapia encontró una teoría psicológica sobre la que sustentarse.

La DMT debe también parte de su desarrollo a la revolución que supuso la danza moderna, especialmente a las ideas de Isadora Duncan, quien utilizaba el movimiento como base para la expresión emocional.

Sin embargo, el reconocimiento por parte de los y las profesionales del área de la salud mental, no llegaría hasta después de la segunda guerra mundial con los trabajos de Trudi Schoop, quien reconocía que un cambio de actitud mental podía provocar un cambio físico y viceversa.

Fue Siegel quien, en los años 80, asentando aún más la aportación de Schoop se atrevió a afirmar que “una persona vive con, en y a través de un cuerpo, por lo que la totalidad de su ser se verá afectada por su experiencia”, acercándonos cada vez más a un enfoque holístico.

Pishney fue un paso más allá e incorporó la idea de que en nuestros músculos está almacenada la memoria de todas nuestras pautas de movimiento.

Hay quien señala que el verdadero origen de la danza terapia se remite al trabajo de Marion Chace, quien descubrió cómo el cuerpo era el único lugar de expresión y significado al alcance de los enfermos mentales graves, ya fuese a través de un exceso de movimiento o una contención total del mismo. A través del conocimiento de las pautas de movimiento de cada cual, Marion Chace asumió que aquellas pautas repetidas con especial intensidad (ya fuera cualitativa o numéricamente hablando) simbolizaban aquellas áreas en las que el desarrollo personal se vió paralizado por el trauma. (El caso de las investigaciones de la histeria por parte del feminismo de la diferencia y la importancia del pensamiento de Gilles Deleuze y Mayo del 68 en la introducción del cuerpo y la experiencia como nuevo ámbito de conocimiento)

De este modo, el hecho de incorporar herramientas de análisis que facilitaran la observación del movimiento por parte de los terapeutas se convirtió en una de las piedras angulares de nuestra disciplina.

También le debemos a Marion Chace el hecho de incluir las funciones intelectuales y cognitivas dentro de los tratamientos, ya que la expresión emocional de lo vivido y su posterior incorporación verbal ayudaba en el proceso.

Berger, por otra parte, centró su investigación en el hecho de que todos estamos reaccionando continuamente en función de lo vivido en nuestro entorno y que, a otro nivel, reaccionamos ante las pautas de movimiento de los otros, aun cuando no seamos conscientes de estarlo haciendo. Siguiendo con esta línea de investigación, algunos terapeutas afirman que existe un repertorio de movimientos corporales innatos que nos proporcionan la información necesaria para interpretar y dar respuesta al mundo.

Por todo ello, al margen del interés educativo que pueda tener la DMT como herramienta para el conocimiento de las emociones, podemos considerar que esta disciplina nos brinda la posibilidad de incrementar la consciencia acerca de nuestra propia pauta de movimiento, así como la de ser conscientes de qué sentimientos los acompañan.

En la actualidad el enfoque más extendido es el que hace hincapié en el aspecto psicológico de nuestro trabajo, entendiendo que el cuerpo es una extensión de toda la gama expresiva del YO. Emulando a Deleuze “Nadie sabe lo que puede un cuerpo”


5) CONCLUSIÓN

Así pues, aunque parece clara la existencia de relación entre cuerpo y mente, aún quedan matices que trabajar:
- No se ha establecido la dirección concreta de esta relación. ¿Cuál es la causa y cuál el efecto? Aceptar una bidireccionalidad y eliminar los debates ayudaría a centrar los estudios en la búsqueda de aplicaciones terapéuticas.
- Se ha de conseguir una aceptación de la terapia de movimiento en el campo psicológico. Esto se conseguiría elaborando una exploración más científicamente verificable: añadiendo un elemento de experimentación al de observación y combinándolo con un análisis histórico (McNiff, 87). De esta forma el entendimiento del comportamiento y de las emociones humanas será más completo y la controversia que ha envuelto el estudio del movimiento acabará, de forma que la danza terapia será una opción terapéutica viable.


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